El pasado 21 de octubre se clausuró SIMO EDUCACIÓN 2016 , el Salón para la Tecnología de la Enseñanza, evento que ha reunido a 244 empresas participantes y a más de 8.000 visitantes en torno a los nuevos recursos y a soluciones tecnológicas para la actividad docente. Es evidente que la educación está experimentando una revolución tecnológica debido a la introducción de las TICs en el aula.
Según el estudio Perspectivas 2014: tecnología y pedagogía en las aulas, desarrollado por el Gabinete de Comunicación y Educación de la Universidad Autónoma de Barcelona y aulaPlaneta, “en 2017 la implantación progresiva de metodologías como el trabajo por proyectos, el aprendizaje colaborativo, la educación por competencias o el aprendizaje basado en la resolución de problemas será una realidad en las aulas”.
Podría parecer que esta revolución digital provocará una mejora de la educación per se, y nada más lejos de la realidad. Las herramientas tecnológicas pueden ser un medio muy potente para conseguir cambios estructurales en la educación, que consigan ser soporte de aprendizajes profundos que den lugar a adultos más capaces y más comprometidos, pero también puede reducirse a una simple estrategia de marketing o de “maquillaje” que visualmente sea atractivo, pero que no vayan acompañados de una verdadera innovación en los métodos.
En el estudio citado se hace referencia al aprendizaje por proyectos como una herramienta asequible que prepara al alumnado para el desarrollo de competencias y que según lo que dice el estudio hará que el 2017 sea un año en el que provoque el desarrollo de metodologías más centradas en el trabajo colaborativo, la educación por competencias, el aprendizaje colaborativo, etc.
El énfasis está pues, en las capacidades para trabajar en equipo, para generar aprendizajes entre la comunidad de alumnos y el profesorado, en la creación de itinerarios educativos específicos y únicos para cada tipo de alumno, según sus necesidades y capacidades, etc.
Para que los futuros alumnos sean capaces de gestionar y crear su propio aprendizaje, que es algo básico en el aprendizaje por proyectos, tienen que ser capaces de desarrollar determinadas características y aptitudes personales necesarias para trabajar con este tipo de metodologías. Y esto no se consigue con una tablet por niño en el aula. Esto se consigue con cambios desde la edad preescolar.
Y desde Almenara trabajamos desde hace tiempo en «Construir la Escuela Amable». Esa escuela que ya existe en algunos lugares de España y donde esa experiencia indica que los niños y niñas tienen ganas de ir y aprender, donde no se ponen enfermos sino más bien enfermos quieren no perderse un día de clase. Donde los espacios son habitables. Donde no hay dentro ni fuera sino todo es uno. El patio como jardín y un espacio educativo más en el día a día. Para nosotros la Escuela Amable es aquella que se adapta a un ritmo más humano, que no tiene prisa, que confía en los recursos que ya traemos cuando nacemos, que respeta los tiempos de cada uno porque sabemos que en los primeros años de nuestra existencia se forma nuestra autoestima, la confianza en nosotros mismos, la capacidad de adaptación, de curiosear, de aprender y experimentar, de gozar y amar la vida. O todo lo contrario, de estar dominados por los miedos.
Esa es la visión y misión de Almenara: Facilitar la Construcción de la Escuela Amable. Y cada día trabajamos en ello.
¿Te apuntas?